jueves, 23 de julio de 2009

Almejas a la parmesana


No existe mejor atmósfera culinaria que aquella que se crea con un simple producto del mar y que se prepara con lo que esté disponible en nuestra cocina. Estas ricas almejitas son un antojo de la presente que las encontró en oferta en el supermercado Lider (990 pesos el kilo) y al verlas sobre el mostrador rebozante en hielo, nació la idea de como serían degustadas en mi paladar. Rapidamente compré un par de laminas de queso y al llegar a mi hogar, les di un hervor. Mientras su aroma envolvente cautivaba mis sentidos, preparé algunas especias para sansonarlas en su propia envolvente, su concha.
Un poco de pimiento, orégano, pimienta molida y una pisca de eneldo y sal; conjugación perfecta para culminarla con una tajada de queso. Luego al horno unos 10 minutos a fuego medio y tenemos la receta perfecta para compartir con la familia un preambulo junto con un vino blanco bien helado (Misiones de Rengo).
El roce en mis papilas gustativas es imprudente, los aromas cautivantes, su textura tajante y brusca al estar entre mis dientes salpica de agresividad y ansias por degustar rapidamente de otra.
Muchos escritores hacen incapié en que los mariscos y pescados son un arma afrodita dentro de los seres humanos, debo considerar que pese a un intangible como un libro o poema, la razón fundamental de tales méritos es por la traducción corporal de degustar tal magnifico producto del mar. Provoca ansiedad de consumir más de uno, y el calor asentuado más aun por el vino y la pimienta, se hacen notorios en la cara y manos. Quizás su efecto agita el torrente sanguineo y por ende cualquier hormona que ande revoloteando en nuestro interior, por lo tal, puede ser utilizado como un arma afrodita.

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